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miércoles, 27 de octubre de 2010

La manzana de Adán

Tras el sacrificio de su hijo, dios en todo su poderío decidió reabrir al publico mortal las puertas del paraíso (dado que Jesús pago la deuda del pecado original). Pero por razones técnicas decidió no informar al pueblo y simplemente buscar el lugar mas apropiado para reabrir el que prometía ser el mejor centro de retiro de la historia.
Tras 7 días de arduas tareas dios mismo corto la cinta que cercaba la entrada y con unas pocas palabras para el escaso publico asistente, que se reducía a los Ángeles encargados de la mano de obra y a uno que otro querubín desocupado, reabrió las puertas del paraíso para todos los mortales.

Tras años de espera, tres aventureros, incitados por el rumor de que el lugar vacacional mas famosos de la historia reabría sus puertas al publico, emprendieron la hazaña de buscar en todos los rincones del planeta dicho lugar. Años pasaron antes de que estos personajes se encontraran a las puertas del lugar mas cercano a dios en la tierra, el paraíso terrenal. Asombrados contemplaron como decenas de Ángeles muy bien vestidos los guiaban a través de las diferentes actividades y sectores del lugar, y después de un pequeño tour los ubicaron en sus respectivas habitaciones, que por supuesto eran suites de lujo.

El entusiasmo generado en el cielo por los primeros mortales en volver al paraíso hizo que el mismo Dios bajara para acompañarlos en la cena, un delicioso buffet con alimentos que solo podían compararse al néctar y la ambrosía. Tras un pequeñas charla informal, Dios paso a comentarles el reglamento del lugar, que consistía únicamente en no tocar las manzanas que nacían rojas y perfectas en un árbol, que por algún motivo extraño dios llamaba de la sabiduría, y que según les contaba tenia una larga historia con algún reptil intrometido. Tras la comida, los agradecidos huéspedes salieron a caminar y se posaron tranquilamente a la sombra de dicho manzano, que tras ser inspeccionado por los tres por algún tiempo, descubrieron tan atractivo que ninguno se resistió a tomar uno de sus frutos. De repente el cielo se oscureció en un instante y una tormenta terrible azoto el lugar; Dios enfurecido echo a patadas a los visitantes y cerro para siempre el paraíso, al menos hasta después del juicio final.

Aturdidos frente a semejante show que el creador monto tan solo por unas manzanas, los viajeros volvieron a su lugar de origen donde, a punta de genética y agricultura, tiene bajo control todo el comercio de manzanas del mundo

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